Partimos del hecho de que
toda organización tiene proyectos, grandes o pequeños, tales como la puesta en
marcha de un producto nuevo, la implementación de un nuevo proceso industrial,
la ampliación de una planta productiva, la certificación en la norma ISO y otros
muchos más. Estos proyectos deben ser administrados, lo que significa que debe
partirse de la identificación de una necesidad, hay que asignar un responsable
y un equipo de colaboradores, se debe disponer de unos recursos y
administrarlos eficientemente, hay que estudiar la viabilidad del proyecto y si
es conveniente, ponerlo en marcha. Administrar un proyecto es, entonces la
planeación, organización, dirección y control de unas actividades que realizan
una serie de personas en busca de un objetivo común, las que luego se
materializan en un resultado que deben gestionar los administradores,
utilizando unos recursos que generalmente son escasos.
Podemos definir un proyecto como la interacción de una serie de actividades que de forma interdisciplinar realiza un grupo de personas, quienes pretenden alcanzar un objetivo previamente establecido, utilizando una cantidad de recursos limitados, lo que implica que hay limitaciones presupuestales, temporales y de conocimiento. Por lo tanto, el proyecto nace cuando se quiere dar solución a una necesidad o problema concreto y termina cuando se llega al resultado planificado, siempre y cuando los recursos sean suficientes y adecuados.
Podemos definir un proyecto como la interacción de una serie de actividades que de forma interdisciplinar realiza un grupo de personas, quienes pretenden alcanzar un objetivo previamente establecido, utilizando una cantidad de recursos limitados, lo que implica que hay limitaciones presupuestales, temporales y de conocimiento. Por lo tanto, el proyecto nace cuando se quiere dar solución a una necesidad o problema concreto y termina cuando se llega al resultado planificado, siempre y cuando los recursos sean suficientes y adecuados.
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